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sábado, 10 de junio de 2017

Alguna vez mi diario


Desaparece, rueda, como gota de agua que nunca va a florecer en mi mano. Tiene el corazón de una pregunta que no me cuestiona, aunque yo quiera. Y unos ojos que responden lo que nunca le pregunto. Por timidez o porque no quiero saber o porque creo que sé más cosas que las que ignora de mí. Y es la certeza que me gusta negar de saber que jamás la que se deshace en hojas de cuadernos y de árboles que caen con la arena de reloj sobre el tiempo que transcurre, que pasa. De la gota que rueda en la palma de la mano sin haber florecido. Y cae.

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