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lunes, 3 de abril de 2017

¿Por qué nos matan? (A la memoria de Cristina, asesinada y arrojada al río.)

En esta semana, nos declaramos de luto, nos declaramos en rabia permanente, a la memoria de Cristina. No tuve el honor de conocerla, pero no hizo falta para saber que no merecía morir. ¿Qué tienen en común Estefanía, Cristina P., Cristina S., probablemente Disney Maybelline? Ser mujeres. El único factor de riesgo para morir asesinadas por motivos de género es ser mujeres. No importa si somos niñas, adolescentes, jóvenes, adultas, ancianas. No importa si somos ricas, pobres, lesbianas, heterosexuales, indígenas, afros, mestizas, con discapacidad o no, rurales o urbanas, con instrucción formal o no. El factor de riesgo es ser mujeres. ¿Por qué nos matan? No nos mata un loco, no nos mata un psicópata. Nos mata un hijo sano del patriarcado. Nos mata no porque "hicimos algo", no porque "fuimos correspondientes", no porque "nos pusimos en riesgo", no porque "no nos cuidamos". Nos matan porque pueden. No nos matan aisladamente. Nos matan porque existe un sistema, una estructura, donde las vidas de las mujeres valen menos, desde el inicio. Porque la sociedad celebra más cuando nace un varón. Porque a muchas niñas les dan de comer menos en sus casas. Porque muchas no pueden ir a la escuela y se quedan en la casa, sobrecargadas de labores domésticas y de cuidado. Porque nos siguen mirando como objetos que se pueden poseer y desechar y porque si no pueden poseernos, se creen con derecho a privarnos de la vida. Porque desde chiquitas vivimos con miedo, a andar "solas", aunque vayamos entre algunas. A enfrentar la vida sin un hombre al lado. A sufrir, sólo por ser mujeres, violencia sexual en casa y en la calle. Nos matan porque hay climas feminicidas, que tienen tanto éxito que, cuando una de nosotras falta, hacen que la gente se pregunte "¿qué habrá hecho?", "ella misma se puso en riesgo", en lugar de establecer las responsabilidades donde deben estar, sin buscar "atenuantes" para justificar a los agresores, en nuestras conductas, que siempre son penadas si se alejan de alguna manera de los modelos de mujer que impone el sistema machista. 
A las mujeres es más probable que nos maten las personas que conocemos, en quienes depositamos nuestra confianza. Una de cada dos mujeres muere a manos de un conocido (pareja, hermano, padre, compañero de trabajo, "pretendiente", "amigo"). Sólo uno de cada veinte hombres muere en similares circunstancias. 
Por eso es importante llamar a las cosas por su nombre. Los asesinatos de las mujeres por odio, desprecio, "placer", sentido de posesión, discriminación, generalmente perpetrados por varones que pensaron que eran de su propiedad, se llaman feminicidios. Quienes militamos en la defensa de nuestros derechos como mujeres, alertamos permanentemente de esta realidad. Muchas personas piensan que exageramos. Cristina en este momento es un ángel en el cielo, como dijo su madre, que nos inspira a seguir luchando. Por todas las que faltan y para que nunca más le pase a ninguna. 
Para prevenir los femicidios, es imprescindible erradicar la violencia de género. Que comienza desde cuando, a tempranas edades, nos socializamos desiguales hombres y mujeres. Cuando nos criamos como indefensas y los varones como agresivos. Cuando nos reímos de los "chistes" sexistas. Cuando justificamos la violencia y culpamos a las víctimas. Cuando no nos escandaliza la violencia y nos escandalizan quienes la denunciamos tildándonos de "feminazis". Cuando trabajamos más y ganamos menos. Cuando no estamos en espacios de decisión y parece natural. Cuando somos acosadas, perseguidas, violadas y sentimos miedo de denunciar porque asumimos que algo de culpa tenemos. La violencia es una cadena, un continuum, que va desde lo aparentemente sutil, como la discriminación hacia las mujeres en los medios de comunicación, los modelos de mujer madre, princesa, virgen; pasando por la violencia psicológica, obstétrica, física, sexual, patrimonial, hasta la demostración más extrema y grave de esa violencia: el femicidio. Todos son eslabones con una misma raíz: la desigualdad, el patriarcado androcéntrico. 
Solidaridad con la familia de Cristina, la lucha de ustedes es la de toda una ciudad. Este crimen horrendo no puede quedar en la impunidad.
Seguimos en la lucha, por Cristina y por todos los pares de zapatos rojos que llevaban los pies de mujeres valiosas, soñadoras, queridas, amadas, inteligentes, fuertes. Porque sabemos que decir "no", les costó la vida. Decimos no, todas, todos, a la violencia. Nos juntamos todas por nosotras y por nuestras Cristinas: hermanas, madres, hijas, amigas, conocidas, humanas. 

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me quedo con su idea de la formacion... los que somos padres debemos formar a nuestros hijos en valores... obvio primero con el ejemplo...

Pepita Machado dijo...

Efectivamente, para prevenir la violencia lo que debemos hacer es educar en igualdad desde el nacimiento a niñas y niños. La prevención es obligación del estado y tiene que ser compartida por las familias, las escuelas y la sociedad en su conjunto.