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jueves, 14 de enero de 2016

Caminar en la lluvia cuando no hay paraguas


-ni poncho, ni funda, ni carro, ni bus-
Con los materiales de trabajo bajo el brazo,
Es sortear las aguas que bajan en chorro desde canales,
Es refugiarse en los aleros de las casas viejas
Con intervalos de liquidez. 


Es esperar una venta ambulante de paraguas que nunca llega.
Es pensar en dónde estará ubicado el almacén chino más cercano.
Es guarecerse de la intemperie, hasta que escampe.
Pero nunca escampa. 


Entonces hay que partir.
No hay un taxi cerca –todos llenos-
El teléfono está descargado.
Los charquitos sucios de la calle amenazan con llover también
Si pasa un carro sobre ellos.

En ese momento ya no importa nada.
Solo importa saber que la casa espera.
Recordar la infancia de zapatos de lona o con hueco,
Cuando la media mojada.

Igual ha hecho un calor de bus de mediodía todo el día.
Hay que entregarse a la lluvia, no queda más.
Y esperar no enfermarse
Y que la ropa se seque en el sol de aguas
Que promete el día siguiente.

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